¿Por qué para muchas personas es difícil iniciar una rutina de movimiento físico?
Para mí es tan fácil pensar en ir hacia algún lugar caminando, estacionar mi auto lejos del lugar al que me dirijo, o poner una música y bailar, correr por algo etc. porque mi inteligencia dominante es cinético-corporal (basándome en las inteligencias múltiples de Howard Gadner).
Sin embargo muchas personas buscarían lo contrario, es decir, estacionarse lo más cerca posible del lugar al que se dirigen, evitar caminar para ir a algún lado, moverse lo menos posible para alcanzar algo, ni pensarían siquiera en moverse al ritmo de una música y tal vez les parezca «poco valioso» o «mal visto», «o simplemente inútil» bailar o ejercitarse, tal vez demasiado mundano y poco «intelectual».
En sociedades como la nuestra, en donde lo «intelectual» o digamos «construido con argumentos lógicos y racionales» (si bien este es todo un tema, daremos por hecho que me refiero a sobreponer los procesos mentales sobre los corporales) tiene un valor mayor sobre lo corporal, considerado menos valioso, más primario y por lo tanto básico, por debajo de los procesos mentales, es entonces coherente que existan personas a quienes el solo hecho de imaginar una rutina física, les crea una resistencia mental y emocional tal, que cuando van a iniciar una disciplina física, algo sucede «mágicamente» que es «más valioso» que su rutina de movimiento, así que fácilmente se abandona el propósito con argumentos de toda índole, que corresponden a simples evasiones de la mente, pensamiento, creencia, emoción.
Pongo un ejemplo: María sabe que debe moverse, hacer algo con su cuerpo para su salud. Se inscribe a una disciplina física y se propone asistir y relacionarse mejor con su cuerpo.
El primer día lo logra y asiste, se siente muy bien no solo porque ha superado su resistencia, sino porque ha activado a su cuerpo-mente.
El segundo día su resistencia mente, pensamiento, creencia, emoción le dice que es más importante cualquier otro acontecimiento y entonces, inmediatamente aparece ese «otro acontecimiento» que le hace cancelar su rutina.
Así sucesivamente irá María cancelando y no cumpliendo su propósito porque su creencia de que trabajar el cuerpo es secundario y vanal (tal vez sea otra creencia) no ha sido reemplazada por la creencia de que la inteligencia corporal es tan valiosa cuanto la mental, y ambas forman una inteligencia única y perfecta.
Para suplir esta creencia, habrá primero que reservar el espacio tiempo para la nueva disciplina, e intentar cumplirlo haciendo que los demás respeten este espacio, que tú tienes primero que respetar.
Si hay un evento más importante que tu cuerpo, eres tú quien lo decide, deja en claro a los demás que es importante para ti reservar ese tiempo para tu cuerpo.
Así que si de repente María se encuentra con su hermana, quien le pide le cuide a su hijo, María en lugar de dejar su espacio de disciplina, le hará saber a su hermana que para ella su cuerpo es tan importante que no puede dejar de asistir a su clase (Uffff, esto encierra la creencia de que si no estoy cuando los otros me necesitan, tal vez no me siento buena persona).
¿Ves cómo nos saboteamos?
Así que, iniciar una nueva rutina física va más allá de la fuerza de voluntad, está más cercana al amor propio y a la honestidad con nosotros mismos.
¿Cuánto te saboteas a tí misma? ¿Puedes darte cuenta de qué pretextos pones para sabotearte? ¿Son los demás culpables de que no cumplas tu propósito? ¿Te cuesta defender tus tiempos?
Pues darte cuenta es ya un buen principio.
Cada vez que puedas dejar de sabotearte y cumplir tu meta, ponte una palomita! Y así, poco a poco, los demás también valorarán tu tiempo.
Te dejo un gran abrazo. Enhorabuena!
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