Desde que recuerdo en mi infancia, he escuchado frases como eres lo que comes, la alimentación balanceada es la fuente de la buena salud, comer bien es estar bien etc. gran cantidad de frases referentes a la importancia de la buena alimentación.

Sin embargo es tan importante lo que entra a tu sistema digestivo, como lo que sale.

Sí, efectivamente voy  hablarte de la importancia de «cagar», «hacer popó», «defecar», o como le quieras llamar.

Una de las alteraciones más comunes en nuestra sociedad «del estrés», es el estreñimiento crónico.

Cuando el ir al baño a hacer caca se vuelve un suplicio porque simplemente no hay una evacuación plena y completa, sino por el contrario, nos vemos obligados a pujar, a pasar muchos minutos sobre la tasa del escusado para salir del baño con gran frustración, y un abdomen lleno de comida mal digerida y un recto con heces fecales de hace semanas, nuestra salud se verá tan afectada como cuando tenemos una mala alimentación.

Y no, no importa si has comido «saludable», porque una deficiente eliminación es un cuerpo intoxicado.

Recuerdo en mi adolescencia padecer largos períodos de estreñimiento, hasta una semana!

Era una pesadilla porque cuando sientes que tienes hambre, no quieres comer nada. Comía fibra, frutas y medio mejoraba, pero solo un poco.

Me di cuenta que era un problema de creencia !Sí!

En algún momento de mi infancia o de la misma adolecencia, me hice la creencia (no se de dónde la saqué) que la «popó» era mala, era sucia y era lo «apestoso del cuerpo», así que para mí ir al baño a «cagar» era simplemente «asqueroso», entonces me costaba muchísimo soltar, escuchar a mi cuerpo durante este proceso y cagar plenamente (que es un gran placer).

Ahora se que este tipo de creencias provocan que al estar en la tasa del baño con ganas de defecar, el conducto bajo del recto, en lugar de expandirse para abrir paso al excremente, inconcientemente se cierra, por lo tanto cuesta mucho poder empujar y se produce una acción pobre, dura, y a veces dolorosa del acto placentero de evacuar.

El estrés crónico puede también hacernos cerrar este conducto inconcientemente.

Así que para recuperar la capacidad de «soltar» y poder ir a expulsar saludablemente lo que hemos comido, ayuda mucho hacer un trabajo de «autoconocimiento» de los hábitos del suelo pélvico y del movimiento.

Este reflejo inconciente persiste aún cuando comamos muy saludable, ya que lo que no es saludable es el tono general del sistema motor. Seguramente el comer saludable ayudará a mejorar la textura de las heces y una mejoría leve de la digestión y expulsión, pero la falta del «soltar» seguirá bloqueando la salida completa y plena de las heces, dejando una sensación de insatisfacción del acto de eliminación de desechos corporales.

Para empezar a contactar con tu suelo pélvico te dejo este breve ejercicio.

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