¿Por qué soltar es tan difícil?
Desde niños hasta la vejez escuchamos la palabra “suelta”.
Soltar emociones, soltar pensamientos, soltar tensiones corporales, suelta, suelta.
Sin embargo en nuestro sistema nervioso se almacenan todas las tensiones que hemos acumulado a lo largo de nuestra historia.
En nuestros músculos está la historia de nuestra vida.
Así que cuando se trata de liberar tensiones corporales, ya no somos capaces de reconocer estas tensiones porque se han vuelto invisibles, se han vuelto habituales y “normales” para nuestro cerebro.
En mi experiencia de muchos años impartiendo clases de movimiento consciente, he visto cómo cuando una persona tiene el hábito “normal” de vivir estresado y con tensiones musculares permanentes, al recibir su cerebro la señal de que se están liberando algunas tensiones, entra en pánico porque la “relajación” no es su estado normal, entonces puede marearse debido a la información de “peligro» que representa para él estar en estado de confianza y tranquilidad.
Y no es para menos, soltar corporalmente significa soltar patrones de pensamiento, debido a creencias de valor, como por ejemplo: Si estoy estresado y preocupado valgo más, si trabajo mucho me van a querer más, o me valorarán más etc. Un gran número de creencias ligadas a las tensiones no necesarias, alojadas en el cuerpo, provocan un desequilibrio de presión y fricción en articulaciones y músculos, que a su vez provocan molestias, dolores y padecimientos no solo físicos, sino orgánicos, como enfermedades crónicas.
Liberar tensión no es tan fácil como decir, relaje, suelte, tendremos que hacer un trabajo de re educar al cerebro para proporcionarle nuevas formas de movimiento que le resulten seguras, fáciles y eficientes, para que deje de entrar en modo alerta cuando de “soltar” se trate.
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